-¿Cómo se planificaban las ciudades antes de la era del CAD?
-Con toda la humanidad posible.
Un buen día nos toca hacer un oficio diferente y el dibujo sigue siendo un lenguaje natural intacto, no existen razones suficientes para descartar este recurso cuando de comunicar trata, empleado con imaginación y cierto sentido lógico, me atrevería a aseverar que permiten entender realidades subrepticias, un universo al alcance de un lápiz, papel y un aguzado imaginario. Y dibujamos con las manos lo hemos hecho siempre, eventualmente enclaustrados en un monitor plagado de vectores electrónicos. Uno sonríe cuando entiende la idea que también dibujamos con los materiales en escala 1:1, como para reforzar un registro de la memoria, uno no cuenta con papel ni servilleta, ni lápiz, pero desplazamos las extremidades al aire y urdimos con el poder de la destreza.
Mies Van der Rohe decía que la Arquitectura empezaba con la construcción, pero sus dibujos eran impecables legados, las cuevas de altamira de la contemporaneidad. Los arquitectos rusos del tiempo de la guerra fría plantearon genialidades de arquitectura que en su mayoría de los casos no traspasaron las fronteras de la pulpa de celulosa, sus deseos fueron cercenados, estoy seguro no pensaban crear utopías. Hay suertes, aún se ven cercenados los deseos muchos ante la asimetrías de oferta y el desinterés de otrora jugabánsela a explorar ese trillado concepto de “hacer algo novedoso”. Bueno, al final, estas menciones traen a colación cierto “zoom” al dibujo: Cuando se trata de hacer arquitectura y urbanismo es que este recurso desaparece tras el telón de lo construido, de la ciudad y sus propios comportamientos que quedan inexorablemente fuera del alcance del proyectista. Detrás de la poesía del acto, hay que estar conscientes de esto. Empero, hay soltar las manos, seguir dibujando.
Yo sólo quería referirme a una suposición del madre dolor de espalda de los protagonistas al final de la jornada. Merecido tendrían que una de esas calles/líneas que conforman en entramado urbano llevaran sus nombres, no por el lumbago, sino porque teniendo sus bocas cerradas dicen tanto. Es un valor, creo.
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