Nov 21, 2013

San Corbusier

 “Homme libre, toujours tu chériras la mer!“ (¡Hombre libre, siempre querrás al mar!) Charles Baudelaire, (L'Homme et la Mer)

¡No!





La muerte de tal figura, a diferencia de las frívolas figuraciones de Wikipedia, las necrotectónicas de los grandes no estarían desligadas nunca de matices tan épicos como la vida misma.
Era este mismo, tan sólo en Agosto de 1965, q escribía la carta llamada Mise au point en la que menciona sobre el monumento de la mano abierta:
"Este símbolo de la mano abierta, abierta para recibir le riqueza creada, para distribuirla a la gente del mundo, debe ser el símbolo de nuestra era. Antes de que me encuentre algún día en las esferas celestiales en medio de las estrellas de Dios Todopoderoso, tendré la felicidad de ver levantarse en Chandigargh, frente a los Himalayas, esta Mano Abierta, que denota para el padre Corbu una hazaña, una cierta distancia cubierta"

Múltiples fuentes mencionan que nuestro patrono San Le Corbusier murió a los 78 años, en el mar de Cap Martín, cumpliendo su profecía y su sueño: morir nadando hacia el sol. Entonces, el vigésimo séptimo día de Agosto, a eso de las 11 de la mañana, este hombre de setenta y ocho años corta, de repente, la conversación que mantenía con su amiga y vecina, la señora Schelbert, de Zurich, a propósito del hospital de Venecia, con las siguientes palabras:
“¿Sabe? Yo soy un viejo tonto, pero todavía tengo en la cabeza planes para cien años, por lo menos. Hasta la vista, pues. El mítico arquitecto baja por el sendero que, entre las rocas, le conduce a la playa de Cap Martín.
Se zambullirá para ser encontrado tiempo después en la playa, indefectiblemente muerto en el sentido estricto de la forénsica, corroborando su deceso por causa de una crisis cardiaca.

El mencionó a monumento “la mano abierta” como el único gesto político en su vida, mano abierta para recibir, tanto como para dar, signo de optimismo ante el mundo moderno, catastrófico. Dando la palabra a otros para solucionar ese momento trágico.… momento que sabemos de buena fuente, se ha aletargado en la estulticia de los abanderados.

No habrá otro Corbu, más que el ser etéreo que habita en las mentes que quisiéran flirtear siquiera con su genio laureado cuerpo presente con altos honores en el Louvre. Imagino una gloriosa osamenta dentro de una cripta del cementerio de Roquebrune, con el cabello aún creciendo,  espléndida con esos peculiares lentes redondos, esos mismos que los incautos lucen hoy para imitarle.

Decía su hija en el sepelio “Siempre te ha servido y su arte te ha complacido sobremanera. No te enojes con él, sino, antes al contrario, cuídalo y mira de ayudarle a pasar este amargo trago. Y, si por sus virtudes y cualidades no le consideraras merecedor de tus favores, hazlo por tu hija, que tanto le ha amado.”



Aunque detesto que hayan convertido en un cliché incompleto o un meme idiotizante al replicar como loras el enunciado del juego de volúmenes ante la luz, a pesar de las groserías a Niemeyer o Eileen Gray, es innegable su grandeza como una de las grandes mentes que construyó el rostro de la arquitectura del siglo XX, a un nivel personal, su grandeza puede estibar en redescubrir las imágenes de su trabajo ahora más a disposición en redes http://abelgalois.wordpress.com/2010/01/11/le-cabanon-de-le-corbusier-en-la-etsac/ o su mención tan vigente escrito en el 57 sobre la concepción de la Arquitectura con los ojos cerrados y el lastre del Arquitecto ilustrador.

No, esa gloriosa osamenta con lentes redondos puede estar más viva de lo que uno cree y eso de los planes para cien años distaba de ser locura.

Pavarotti canta Nessum Dorma, pero hay mucha bulla.

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